Despertamos en el aeropuerto de Punta Arenas y volvemos todo un caos absoluto: destartalamos todas las cajas, montamos las bicis y nos preparamos para emprender el viaje.
Salimos a la calle y el clima no acompaña; llueve y hay niebla, ¡aun así que no nos detenemos! Tras unos kilómetros pedaleando con un Tepe rezagado, llegamos a Punta Arenas y buscamos un veterinario para venderle el transportín en el que vine en el avión. Lo hemos encontrado, pero está cerrado y, mientras esperamos a que abra, se me acerca una mujer de una tienda aledaña a darme cariños. Como soy muy regalón, ¡lo he disfrutado mucho!
Mis dueños se han puesto a charlar con la mujer sobre la ruta y cuando se ha enterado de que no tenemos dónde dormir, nos ha ofrecido pasar la noche en su casa; once (merienda), ducha y cama... ¡No podemos decir que no a esta adorable mujer que se llama Rosemary y vive con su hijo Sebastián y la polola (novia) de éste: Tati!
Al día siguiente, vamos al ferry que une Punta Arenas con Porvenir y resulta que hay una famosa fiesta de asado (concursos de cueca; música tradicional chilena, y cordero asado) en Porvenir que tiene los barcos saturados, así que no podemos irnos hasta que llegue el ferry de las dieciséis cero cero. Por ello, hemos decidido volver a casa de Rosemary para así poder almorzar con ella.
Al ratito, ¡me meo a rabiar! Así que me abren la puerta para que orine en el patio. No obstante, de pronto, sale una anciana de la casa de enfrente con la que compartimos patio y... ¡Me ha echado a patadas a la puta calle! Estoy solo, triste y no sé qué hacer... Deambulo por las calles sin saber a dónde ir; me estoy haciendo a la idea de que me he vuelto a quedar solo, como aquella vez que fui abandonado en el parque de Santiago de Chile que lleva mi mismo nombre, y de que no volveré a ver a mis amigos... Estoy tratando de socializar con otros perros pero no me aceptan... ¡No quiero quedarme aquí!
Cuando estoy empezando a perder la esperanza, alzo la vista y... ¡Creo que acabo de identificar a Rosemary que viene corriendo a por mí! Menos mal, ¡no se han olvidado de mí! No obstante, llegamos a su casa y no están mis amigos, parece ser que todos andan buscándome. Tras unos agonizantes minutos en los que estoy altamente preocupado por ellos, por fin detecto su olor... ¡Han vuelto! Así que comemos y, tras esto, me hacen un chaleco reflectante con indicaciones para localizar a mis dueños por si vuelve a ocurrir algo similar en un futuro ¡Esperemos que no!
Hemos estado un rato charlando con Rosemary para esclarecer el origen de mi desaparición y resulta que la anciana que me ha echado, es su madrina y padece alzheimer; pese a que se le avisó sobre mi breve estancia aquí, se le ha olvidado y pensó que era un perro callejero que me había colado en su patio (recordad que Chile está lleno de perros callejeros). Este es el motivo por el que fui arrojado a la calle (Dasein) ¡Todo ha sido un accidente que por suerte sólo ha quedado en un susto!
Ahora sí, regresamos al puerto a las dieciséis en punto y... ¡Por fin agarramos el ferry con destino a Porvenir!
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