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  • Foto del escritorPanul

CAPÍTULO 8: 'El fin del mundo'

Actualizado: 15 may 2020


Muy a su pesar, decidimos abandonar la casa de nuestra excelente anfitriona Carolina y emprendemos viaje hacia Ushuaia. El día no acompaña demasiado: la lluvia no da tregua, aunque he de decir en nuestro favor que el fuerte vendaval que agita todos los días cada rincón de Tierra Fuego, hoy está completamente estático. En algún momento Tepe se queda atrás y nosotros (Roberto, Justin y Panul) le esperamos en una casita en la que hemos pedido algo de agua hervida para calentar nuestros fríos y empapados cuerpos. Tras esperar largo tiempo, Tepe no aparece y no sabemos dónde puede haberse metido. No tenemos cómo comunicarnos con él (nadie tiene saldo en su celular ni tampoco tenemos chips argentinos) y decidimos continuar hacia nuestro destino: una panadería llamada 'la Unión' en Tolhuin; situada a cien kilómetros de distancia desde nuestro punto de partida. Justin comienza a estar agotado; mi carrito pesa demasiado debido a la cantidad de agua que absorbe la tela del mismo. Yo estoy empezando a mojarme también, ya que hemos sobrepasado el límite de impermeabilidad del citado carro... No obstante, ¡no nos detenemos! ¡Tenemos que encontrar a Tepe! Tras un intenso pedaleo, nos encontramos con un tipo en una garita de seguridad en medio de la nada que afirma ser veterano de guerra al servicio del ejército argentino. Este personaje tiene graves secuelas psíquicas y físicas; por metralla integrada en su organismo. Lo cierto es que parece un poco desubicado, ¡pero muy buena gente! Nos ha dado indicaciones para llegar a la panadería 'la Unión' donde nos afirma vamos a ser recibidos con los brazos abiertos. Así pues, seguimos pedaleando cada vez más agotados y por fin llegamos a la citada panadería. Allí, entramos y podemos ver en su interior a un Tepe semidesnudo, con muchos bártulos por allí esparcidos. Al vernos, ¡le cambia la cara! "¡No sabéis cómo me alegro de veros, llevo aquí esperando más de una hora y temía que os hubiese ocurrido algo!" - nos indica Tepe -. Parece ser que nos ha adelantado en algún momento en el que hemos parado y ni él nos ha visto, ni tampoco nosotros a él. No obstante, no estaba ni tan mal: él sabía que veníamos detrás porque en la panadería preguntó a una familia que se le acercó a solventar algunas dudas sobre cicloturismo y estos le indicaron que nos habían visto como diez kilómetros más atrás que él cuando se dirigían hacia Tolhuin; por cierto, quedaron todos muy tranquilos y contentos cuando se enteraron de que en el carrito iba yo y no un/a niño/a. Además, el padre de esta encantadora familia, a la que se marchó de la pastelería, encargó para Tepe sin que él se diese cuenta un café junto con unos croissants deliciosos para que entrase en calor mientras esperaba a sus compis (Tepe no tenía efectivo porque lo llevaba Justin) ¡Todo de forma altruista amparado por un gran corazón! Al percatarse de esta bondadosa obra, Tepe salió corriendo del local en busca de la familia para indicarles que, pese a que no hacía falta el gesto, ¡él les estaba eternamente agradecido por el detallazo!


Al poco tiempo ha aparecido por allí el veterano de guerra que, por lo que nos hemos enterado, también había estado hablando con Tepe acerca de nuestro paradero. Él nos ha presentado al dueño de la panadería (Emilio) y nos ha mostrado un baño en el que asearnos, así como un gimnasio en el que pasar la noche.


Tepe, veterano de guerra, Justin y Roberto en panadería la Unión. Tolhuin

Normalmente en esta panadería se entrega a los mochileros y especialmente a los cicloturistas, una cama para descansar. No obstante, las instalaciones están llenas de cicloviajeros e incluso en el gimnasio compartimos el espacio con una pareja de argentinos que pretenden llegar a Alaska en bicicleta desde Ushuaia ¡Vaya causalidad! No obstante, el varón de esta pareja está un poco disgustado con le rendimiento de su pareja en la travesía... En lugar de estar feliz porque viaja junto a su novia, prefiere estar enfadado con ella porque "no da la talla"... A nosotros nos ha parecido indigno de una chica tan simpática, valiente y decidida. Pero bueno, sólo es mera doxa (opinión), así que no le deis mayor importancia.


Roberto, chiquilla ciclista, Tepe, Justin y Emilio. Panadería la Unión, Tolhuin

La verdad es que si estás viajando en bicicleta o mochileando desde o hacia Ushuaia, la panadería 'la Unión' es una parada obligatoria. Nos están tratando de la mejor de las formas y me dejan dormir junto a mis compis. Además, sus facturas (pastelitos), ¡son francamente deliciosas!


Como anécdota, quiero compartir con vosotros un momento en el que, mientras estábamos cocinando en un patio algo para cenar, apareció un chihuahua ladrador que, cuando Tepe estaba despistado, ¡le ha lanzado un mordisco a la pierna! Parece ser que sólo le ha enganchado el pantalón. Sin embargo, Tepe ha ido a buscar a la dueño y le ha dicho: "¡Controla a tu perro! Porque como vuelva a venir a morderme, ¡le voy a dar una patada y lo voy a lanzar por los aires (él llama perro-patada a esta raza de mi especie)!". Guauguauguau


Por lo demás, nos han tratado de diez. Además, nos ha costado sangre y sudor conseguir que nos permitan colaborar en tareas de limpieza y preparación de alimentos; Emilio es una persona excepcionar que no hace las cosas para recibir nada a cambio. Él fue viajero en su juventud y es su forma de devolver tanto amor que encontró en su camino.


A la mañana siguiente, con las pilas cargas después de un buen desayuno en la panadería, emprendemos viaje hacia Ushuaia; una etapa de unos cien kilómetros nuevamente. La lluvia sigue siendo la protagonista en nuestra etapa de hoy, así como los autos locos que circulan a toda velocidad por estas carreteras de montaña de doble sentido.



Comenzamos a subir el puerto de montaña hacia el paso Garibaldi y... ¡No me lo puedo creer, empieza a nevar en pleno verano!


La etapa está siendo muy dura, pero ahora toca puro descenso hasta llegar a Ushuaia donde nos espera Hugo; un amigo de nuestra anterior anfitriona: Carolina, que la misma nos ha recomendado y viceversa.

Roberto, Justin, Hugo, Walter y Tepe. Ushuaia

Al llegar a casa de Beto (también le llaman así a Hugo) nos está esperando con los brazos abiertos junto a su amigo Walter. Nos enseñan las instalaciones de la casa y nos invitan a darnos una ducha, ya que llegamos completamente empapados. Tras esto, cocina Walter un excelente guiso que acompañamos con unas cervezas que hemos ido a comprar para tener un pequeño detalle con nuestros anfitriones (sabemos que no es moneda de cambio, pero nuestro presupuesto es ínfimo y efímero).


Walter y Hugo. Ushuaia

Terminamos de cenar y Hugo saca un karaoke a pasear... Mientras estamos cantando y ladrando, a Tepe se le ocurre una "brillante" idea a la una de la mañana de lo que ya era un domingo de marzo, y dispara: "¿Y si montamos esa batería acústica que tienes por ahí y sacamos la guitarra eléctrica?" - le preguntó a Hugo - ¡Todos suponíamos que la respuesta iba a ser un rotundo no! Sin embargo, se expresó Beto: "En este edificio tenemos una norma que permite hacer ruido hasta las dos de la mañana los viernes y durante toda la noche los sábados. Hoy es sábado, así que... ¡Me parece una idea genial!". Así pues, nos dispusimos a sacar y montar todos los bártulos, y comenzamos lo que fue un improvisado y divertido concierto.


Just y Tepe dando un improvisado concierto. Ushuaia

¡Nos lo estamos pasando genial! Sin embargo, entre canción y canción escuchamos que alguien llama a la puerta: ¡Son los gendarmes! Piden permiso para entrar y... ¡Nos dan la enhorabuena porque les estaba gustando lo que sonaba mientras esperaban durante diez minutazos a que nos diésemos cuenta de que estaban llamando a la puerta! Guauguauguau No obstante, nos han tenido que pedir por favor que parásemos, ya que había vecinos que les habían llamado y si tenían que volver a llamarnos la atención, muy a su pesar, nos iban a tener que denunciar.... De repente, ha salido al descansillo una vecina y ha empezado a defendernos: "¡No entiendo quién les ha llamado! ¡Aquí tenemos unas normas en las que un sábado se puede hacer ruido toda la noche! Además, ¡a mi hija y a mí nos estaba gustando!" ¡Qué adorables! ¿No os parece? Aún así, tuvimos que relajarnos, claro. En los dos o tres días siguientes, Hugo y Walter nos han enseñado algunos maravillosos bosques, glaciares y zonas verdes de Ushuaia que, de verdad, ¡son magníficos! Por nuestra parte, veníamos para quedarnos aquí un día, ¡y nos hemos quedado como cuatro! Algo que como ya podéis empezar a intuir... ¡Nos ocurre con mucha frecuencia! ¡No quieren que nos marchemos! Y si estamos a gusto, ¡tampoco nos queremos marchar nosotros!


Ushuaia visto desde glaciar Martial

Para finalizar, queremos agradecer profundamente tanto entregado a cambio de tan poco a Walter y, especialmente, a Hugo ¡Ha sido francamente divertida nuestra estancia con vosotros!



¡Salud, Amor y Libertad!


¡Guau, guau!

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